Transformar o quedar atrás: el verdadero costo de no digitalizarse con estrategia
En estos tiempos dinámicos, resulta ya un imperativo para cualquier empresa: automatizar, digitalizar y articular esa transformación dentro de una estrategia corporativa clara. Desde mi experiencia al frente de iniciativas tecnológicas y acompañando a compañías que buscan dar este salto, he podido constatar que el mayor riesgo no está solo en no adoptar tecnologías digitales. El mayor peligro radica en adoptarlas sin un plan, sin estrategia, sin una hoja de ruta ni una evolución organizada.
¿Por qué digitalizar y automatizar?
La respuesta parece obvia: para ganar eficiencia, para reducir costos, para responder más rápido al cliente, para innovar. Pero lo que muchas veces no se expresa con la contundencia necesaria es que la transformación digital —en su sentido más amplio: digital + analítica + IA— genera valor real y medible. Por ejemplo, un nuevo análisis de McKinsey & Company sobre industrias de bienes de consumo empaquetados mostró que una empresa de alimentos-bebidas con US$10 mil millones de ingresos podría generar entre US$810 millones y US$1.6 mil millones de valor adicional mediante una transformación digital/IA bien ejecutada. McKinsey & Company En otras palabras: hablamos de aumentar los márgenes de EBITDA entre 7 y 13 puntos porcentuales. McKinsey & Company
Esto confirma algo que he defendido con insistencia: el costo de no transformarse digitalmente ya no es solo una “oportunidad perdida”, es un riesgo estratégico real.
¿Cuál es el costo de no transformarse digitalmente?
Veámoslo desde varias dimensiones:
Costo de oportunidad: Si una empresa no automatiza ni digitaliza, seguirá operando con procesos manuales, lentos, costosos, con poco análisis de datos, con poca capacidad para anticipar al cliente o innovar. En un entorno en que los competidores ya lo están haciendo, la brecha se amplía. Es decir: mientras otros mejoran productividad, toman decisiones basadas en datos, despliegan nuevas formas de canal y experiencia, usted está en modo “reactivo”.
Reducción de competitividad: Conforme más empresas digitalizan, aquellas que no lo hacen quedan rezagadas. El reporte de McKinsey enfatiza que las transformaciones digitales deben ser a gran escala y abarcar múltiples zonas de innovación (insights de consumidores, canales, operaciones, soporte) para crear distancia competitiva. McKinsey & Company Una empresa que apenas implementa piezas sueltas sin articular todo el modelo corre el riesgo de que sus inversiones rindan poco.
Costos ocultos y operativos altos: Procesos manuales implican mayor gasto en personal, mayor margen de error, menor velocidad para responder al mercado. Por ejemplo, la precisión de pronósticos se deteriora, los inventarios se inflan, los lanzamientos tardan, los canales digitales no están optimizados. McKinsey da ejemplo: en cuidado personal y hogar, una empresa mejorando sus datos + IA redujo faltantes en un 40 % y disminuyó inventario en 35 %. McKinsey & Company No hacerlo es mantener esos costos elevados.
Riesgo de ejecución sin estrategia: Y aquí viene quizás el punto clave: no basta con adquirir herramientas tecnológicas. Si la digitalización no está integrada a la estrategia corporativa, al modelo operativo, a la cultura de la empresa, entonces el valor será limitado. El estudio advierte que los mayores beneficios no se obtienen con “piezas sueltas” sino con una transformación integral, iterativa, con cambio de modelo operativo, talento, productos, ecosistema.McKinsey & Company Una ejecución fragmentada deriva en inversiones desperdiciadas, tecnología infrautilizada, cambios inconexos.
Estaremos abordando una serie de recomendaciones para las empresas que quieran innovar y realizar procesos de transformación digital.
Consulte cómo podemos apoyarles en el desarrollo e implementación de sus estrategias.